lunes, 10 de septiembre de 2007

¿Gente unida, no reino?(semidesconcretizado)


Acá todos hablan de producción. Se reunen toda mañana, sobre el granito sostenedor de magenta y blanco, en un derroche de luz y palabras que viviendas y textos insultan. No se percatan que pocos acuerdos nacen entre humanos, los animales tienen direcciones individuales, soluciones sin hasta luegos, sin responsabilidades o encargos.

Vano intento el de la jerarquía empresarial, ya que es entendida pero no respetada. Cada individuo tiene su propia jerarquía y él esta en la cima. Hasta el obrero más novato micciona sobre ingenieros o economistas y ellos se secan con un Buenos Días. Aquí yo no hablo de revolución, de sindicatos caóticos, de pelucas o músicas intrascendentes, de alborotadores. Hablo de animales a los que se les humaniza, se les castiga con realidad, y aunque ellos digan que no, y aunque muchos dizque luchan, son sujetos sistematizados pues no hacen nada más que ser reales, que seguir la cadena del grande y el chiquito, yendo en la misma dirección de antaño y creen nadar en contracorriente.

El revolucionario no es el bípedo que esta bajo una ducha infrecuentemente, el que rompe su jean y lo lleva al cocodrilo, el que con su estilo capilar denota indio-americanismo sin saber porqué, el que vende cubos que se aprecian cual cuadrados faltos de contundencia, el que los usa, el que no come animales. La revolución ya dejó de ser el cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación pues eso ha sido revolución desde siempre. Si es así, lo tomo como revolución pero la que un astro hace alrededor de la tierra, el sol girando alrededor de una órbita, el coprolito eterno, lo de siempre, antónimo de revolución. Revolucionen su revolución. Sean irreales. Mescal.

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