
Espinazo como esencia de idea, como apócope de este expresivo indio cuyos padres, alguna vez, leyeron literatura europea. Poco lumínico el espectro que coexiste sin cuenta regresiva, rutilante sombra bajo la crueldad de la cereza: fruta con ámbito tenebroso y hartazgo de tragicomedias.
Lucir más ancianidad de la que el tiempo predispone o aproxima da reseña de tu adultez de infante, tu gusto por el THC, el añejamiento de frutas, y la evolución de la base.
Luces disgusto, noble acción, afirmación de cámaras, tiniebla deletreada. Corten. Corten cuna, corten cetáceo, corten todo menos el fluido selvático de mi estrella circulatoria, mi vena estelar.
En lo recóndito de la baja selva vivían mis ancestros subyugando constrictoras, ilusionados con el proceso magnificador de rostros que obvia el paso y la prioridad de la tinta vegetal. Y aunque alejada estuvo la lucidez pudo comunicar a la aldea que la cocción de la abuela necesita de otra hoja para equilibrar el auto-conocimiento. Es benigno y cierto. Sabor de raíz.
Mis bellos lados siempre me acompañan al impedir la ley, hobbie nocturno de la bomba y la difusión de etiquetas, sensación de estar sin ser. Onírico mi estilo, mi alucinación se aproxima al ser puntiagudo y al ojo que lo humaniza. Ya que es de día cierro el cuerpo y lanzo, lanzo visión. Ondas no me hablan, ni me desean, simplemente soslayan.
3 comentarios:
oe mongol!
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