sábado, 25 de agosto de 2007

Servernoia

Desde todo ángulo me miran, ojos duplicados tras una mesa, debatiendo un soliloquio. Suspensivos los pasos de la tardía benevolencia, el águila de quinto piso que no mira el lago, que no regurgita. Avanzada la tecnología que encarcela, que vigila mediante desdoblamientos cual sedante gatuno, que reemplaza progenitores a la hora del cuento.

Ellos son Dios en un perímetro de 200 metros cuadrados, cuando cruzan la puerta, al accionar botones rojos en supresores de picos. Acepto mi culpabilidad de ser mortal humano en este edificio ya que no debería estar acá, siendo pseudo ser visual cercano a la imagen y desligando la palabra de los libros.
Las redes atrapan peces, los peces siguen logaritmos día a día, se advierten entre ellos de estos peligros pero a los segundos olvidan. Las redes vigilan diálogos, caen en suposición pues odian el movimiento, la moción de cualquier sujeto. Espero entretenerlas un poco si están ahora sobre mi, durante el golpe de teclado, pues siempre produzco y no atraso sus ciclos. Ahora, solamente con un silbido moro en el oído, pierdo el fondo y la figura, caigo en confusión causada por mecanismos cotidianos que ya pasaron a lugar trivial.
Cuando la vigilancia desciende, cuando el águila se posa en segundas ramas y no en cúspides, cuando Dios se acerca a la puerta sin intenciones de salir, siento que me mira como si yo ignorara que también antes me miraba.

2 comentarios:

América Scarfó dijo...

El progreso es la involución de nuestra especie. El desarrollo, es el desarrollo de las máquinas.
Nuestras cadenas son, ahora, cables de hierro. Vivimos conectados por códigos de barra, somos números que se anexan en el ordenador y las computadoras nos programan.

María (LadyLuna) dijo...

Gracias por pasarte por mi blog y dejar tu huella, es interesante el tuyo. Entrare de vez en cuando.

Un saludo^^