Conocido este rumbo de oblicua, tiempo de refrigerio cercano al desconocimiento mortal del libertador y sus siestas imprevistas durante la vigilia de otros. Aquellas parihuanas y su familiaridad con lo onírico flamean entre el gusto anti natural que hoy se expande, mientras su eterna consecuencia en el territorio da el pecho y el cubil.
Magenta y blanco no es rojo y blanco, es un espejo roto.Esta superstición es el escalafón sin escalante, mi paso bajo la humarada negra de los gatos. Lejos de la izquierda, del despertar por los rumbos antes mencionados, existe otro credo que nombra un Jesús superior, que no cree en lineas que corten tierras ni en un orden que manche mesas. Anoche, regresando de un colapso de brisas, me derivaron al caos de la plazuela y el camal.
Aunque todos lo objeten, en los hospitales el caos y el cosmos son lo mismo, en las clínicas no existe la vida.Recuerdo la cercanía y popularidad de esta plaza donde no hay hospitales pero abunda la enfermedad, el virus del azueto, el aburrimiento que lleva a la acción hacia un contrato de naturalezas, la fricción contra los soles, unos astros que nacieron para consumir lo mudable del actor terrenal.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Dia anterior
Sería demasiado vacío y fácil no querer y no respetar a una persona como yo, evitando así la bifurcación y el adaptar. Mucho ignoran los frecuentes comentarios insalubres de terceros , la sobre producción de sueños entre ofuscaciones de rúbrica, el corte que no se puede dar, el animismo sobre las llaves, los ludos inolvidables de probador, algunas quietas gemas de énfasis, y , sobre todo, la imposibilidad que dejó de lado al manuscrito.Ya no puedo agujerear con el cigarro.
Sería demasiado vacío y fácil, más que todo vacío, querer y respetar a alguien símil con quien imitarme, cavar más bajo, adentrarnos en el escondrijo colonial del tráfico verde por el cual muchas temen, debilitadas por la caminata de las sombras y de lo menos caro. Que desperdicio ahorrar de ese modo, sin pisar micro comercios. Por eso estoy habilitado y adherido al espiral, a los charcos grandes, a la tez que antoja, a despertarme sabiendo cual enredadera sube por mi pierna, cuantas curvas da, que envolturas debo corromper, donde hay un espacio de espera que no niega el saludo y del cual no se retiran acongojados los correctores.Descubrimos gorriones caídos al borde del sardinel y sus pequeños picos llenos de hormigas silban la circunstancia.Tristes almuerzos pospuestos por cuestiones de universidad, por ese tiempo presente que uno invierte en si mismo benignamente.
He extrañado siluetas y flautas de guardería frente a los puestos de periódicos, comentarios y hallazgos sarcásticos en las contracarátulas. Como sueño en mi vigilia, como me aburre un día sin tarántulas sobre el rostro, sin la afanosa armada liberando proyectiles del cutis y los tristes cachorros en una vitrina.
Objetivos de paz, al menos en mi contexto.Este "escrito" es el más largo de mi vínculo en rehabilitación, como toda mañana en la que leo un libro de cuentos aplacador de dádivas, entretenido nuestro modo de aguardar algo maligno y deseoso de repitencias infinitas en remordimientos o silencios, pero el mutismo de la conciencia es amplio en estos casos, cuando el acto es justificado por la expedición de la serenidad que ama. Doy nudos violentos a ciertas historias para que concluyan un júbilo que nunca llegaría con el tiempo.
Sería demasiado vacío y fácil, más que todo vacío, querer y respetar a alguien símil con quien imitarme, cavar más bajo, adentrarnos en el escondrijo colonial del tráfico verde por el cual muchas temen, debilitadas por la caminata de las sombras y de lo menos caro. Que desperdicio ahorrar de ese modo, sin pisar micro comercios. Por eso estoy habilitado y adherido al espiral, a los charcos grandes, a la tez que antoja, a despertarme sabiendo cual enredadera sube por mi pierna, cuantas curvas da, que envolturas debo corromper, donde hay un espacio de espera que no niega el saludo y del cual no se retiran acongojados los correctores.Descubrimos gorriones caídos al borde del sardinel y sus pequeños picos llenos de hormigas silban la circunstancia.Tristes almuerzos pospuestos por cuestiones de universidad, por ese tiempo presente que uno invierte en si mismo benignamente.
He extrañado siluetas y flautas de guardería frente a los puestos de periódicos, comentarios y hallazgos sarcásticos en las contracarátulas. Como sueño en mi vigilia, como me aburre un día sin tarántulas sobre el rostro, sin la afanosa armada liberando proyectiles del cutis y los tristes cachorros en una vitrina.
Objetivos de paz, al menos en mi contexto.Este "escrito" es el más largo de mi vínculo en rehabilitación, como toda mañana en la que leo un libro de cuentos aplacador de dádivas, entretenido nuestro modo de aguardar algo maligno y deseoso de repitencias infinitas en remordimientos o silencios, pero el mutismo de la conciencia es amplio en estos casos, cuando el acto es justificado por la expedición de la serenidad que ama. Doy nudos violentos a ciertas historias para que concluyan un júbilo que nunca llegaría con el tiempo.
como si importara
Un Elliot Calixto cualquiera, el que fuera, como fuera, cual borrador sin quemada o ilusión adversa, desempleado, de marca la que sea pero que compita y se aprisione ,con duendes o hadas del opio, por una nueva editorial.
"Dame una palabra cualesquiera"- dice uno a través del ventanal más conmutable. Pasa un segundo, cuatro, ocho , dos. Ya no pasan los híbridos y respuesta adquiero - "Cualquiera"."Borrador"."Dolor"... Ya no recuerdo que más nombró, laguna y pez.
Otro olvido corriente, silvestre, común, un olvido cualquiera.
El 23 cual 23 es también un número cualquiera, un asiento de avión, de vía terrestre, de vía férrea, la habitación errónea, otra opción sin lotería, o quizá tu coordenada en un restaurante; pero en si el 23 es una exactitud más suiza, más auxiliar, más colateral, no es tan cualquiera, aunque la calificación adjetiva se debe a la perspectiva.
Como decían los nombres que hacen de frases o frases que hacen de nombre de mi hermano peyote : " Vendo ropa sin marca, sin talla, sin color exacto...". Bah!, que porquería la actualidad. La rareza de mi dedo usando onomatopeyas.
Les brindo felicidad cualquiera para sus dengues y mosquitos, menos para mi otro hermano el que ya posee felicidad interminable, aunque quien será ese kilate, otro cualquiera por la calle, yo locote. Cualquiera.
"Dame una palabra cualesquiera"- dice uno a través del ventanal más conmutable. Pasa un segundo, cuatro, ocho , dos. Ya no pasan los híbridos y respuesta adquiero - "Cualquiera"."Borrador"."Dolor"... Ya no recuerdo que más nombró, laguna y pez.
Otro olvido corriente, silvestre, común, un olvido cualquiera.
El 23 cual 23 es también un número cualquiera, un asiento de avión, de vía terrestre, de vía férrea, la habitación errónea, otra opción sin lotería, o quizá tu coordenada en un restaurante; pero en si el 23 es una exactitud más suiza, más auxiliar, más colateral, no es tan cualquiera, aunque la calificación adjetiva se debe a la perspectiva.
Como decían los nombres que hacen de frases o frases que hacen de nombre de mi hermano peyote : " Vendo ropa sin marca, sin talla, sin color exacto...". Bah!, que porquería la actualidad. La rareza de mi dedo usando onomatopeyas.
Les brindo felicidad cualquiera para sus dengues y mosquitos, menos para mi otro hermano el que ya posee felicidad interminable, aunque quien será ese kilate, otro cualquiera por la calle, yo locote. Cualquiera.
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