miércoles, 23 de enero de 2008

Nativo retomando.



Esto es para el equinoccio, para el ser, y para la del soplo libertario; para otros ponchos de otras alpacas en otras pampas. Hace mucho que no escribía en libres tiempos o en plazas medias aunque tampoco lo estoy haciendo ahora, si supieran, si supieran de esta falaz red sin pez, de esta cura para el inmune, de este carbono vertiginoso guardado automáticamente a las veinticinco horas. Si supieran.



Poco a poco la clandestina oralidad de una consecuencia viene con ustedes de la mano , lectores, aproximan, se acercan por este punto de habla buscando a ese "ness" sin rededores de tela cuadriculada, sin séptimo canal, sin gaitas o tréboles.



Aquella diferencia entre la fricción papel-lápiz y la fricción dedo-teclado se ha minimizado a sus postales atemporales siempre bien recepcionadas por mensajeros cojeantes, sin bicicletas, sin planos, sin tinta en préstamo para los remitentes satisfechos al recibir los impuestos de un sudario, los saludos repentinos de un beso aerodinámico.



Llevo un morral con latas diversas, cromatismo poco finito, mentira, estoy mintiendo, no llevo nada conmigo solamente me sigue ese ajedrez que fue gato y ahora es pitbull. Da miedo pero no hace nada, quédate, resuelve gestar ovíparos, freír claras y aletear nirvanas. Ustedes, el equinoccio y el ser, son mis hermanos, grandes amigos, pero sigan de largo. Ustedes comprenden.